Este año se recordará por la irrupción de la tecnología «wearable» que, aunque aún sin despegar, ha generado un gran interés con propuestas muy interesantes como el Moto 360 o LG G Watch R.

Este ha sido un buen año para los dispositivos «wearables» -vestibles, en español-, sobre todo para los que se llevan en la muñeca. Hemos visto muchos nuevos productos. Los primeros relojes inteligentes ya han llegado a un punto de madurez donde se pueden considerar una opción seria y real como complemento de nuestro teléfono móvil.

Aunque, al igual que les pasaba a los primeros sistemas de manos libres Bluetooth, todavía les queda mucho por ver y evolucionar, ya que, prácticamente todos adolecen del mismo problema: la duración de la batería, su tamaño y sus verdaderas prestaciones. Muchas e interesantes propuestas han surgido en los últimos meses pero su acogida y recepción entre el público masivo ha sido más bien escasa.

Nuestra primera opción es el Moto 360, el primer «smartwatch» del mercado que mostró un concepto de pantalla esférica. Ya lleva unos meses con nosotros y los comentarios de los usuarios son muy positivos. Una pantalla retroiluminada LCD y el sistema operativo Android Wear instalado le hacen una interesante elección.

Pero, la verdad, su mayor atractivo es que este es el que más aspecto de reloj tiene gracias a su esfera redonda y a sus dos diseños en plateado y negro. Muchos se han quejado de que el procesador que incorpora no es precisamente el más rápido del mercado, pero en su uso normal es inapreciable.

Tiene reconocimiento por voz, similar al que se observa en el Nexus 5 o el Moto X. Por tanto, no hace falta tocar el reloj para activar el sistema de reconocimiento. Es decir, está «siempre escuchando» y se enciende con la palabra clave «Ok, Google». Una vez que escucha las palabras mágicas, se le puede hacer una consulta, como preguntar el Tiempo, revisar el correo o pedir una dirección. Esto otorga mucho más movilidad a un dispositivo que trata de evitar la dependencia a las pantallas.